La convivencia que se establece entre el Árbol y el Hombre tiene tanta historia como el propio hombre.
Nos han servido de casa, nos han alimentado, nos proporcionan mil y una materia prima, además de llenar de vida y de magia nuestras ciudades, campos y montañas.
La arboricultura es el nombre de un oficio, sencillamente el arboricultor es la persona encargada de mediar entre el hombre y el árbol, defendiendo siempre los intereses de ambos.
A veces estos intereses van conjuntados y en una misma dirección pero en otras la lucha por tener a todos en paz es difícil y complicada.
Para realizar correctamente esta labor se tienen que tener claras las necesidades de cada una de las partes: Las necesidades del hombre, a veces complicadas, a veces confusas, son en todo caso las de nuestra propia especie. Pueden ser distintas dependiendo de la situación pero siempre es posible dialogar y comprender al afectado.
En el caso del árbol nos encontramos a un ser con una historia de 100 millones de años al que tenemos que comprender y defender sin posibilidad alguna de dialogo o comunicación verbal.
Esta hazaña necesita una gran dosis, por parte del profesional, de formación técnica, de experiencia, y de una enorme capacidad de comprensión del medio natural, su entorno y estrategias de supervivencia o muerte.
La tecnología y conocimientos modernos son de gran utilidad, sin embargo falta aún mucho por investigar y conocer. Por esa razón es obligada una actitud de humildad y precaución en la toma de decisiones.
Esta combinación de factores, este reto, esta mezcla de sensibilidad , psicología y duro trabajo hacen de este oficio una forma de vida. Una forma de vivir y de relacionarse con la naturaleza, difícil de transmitir en palabras.
La formación de un arboricultor es larga y dificultosa, sus conocimientos van desde biología, estática, desarrollo, nomenclatura, fisiología, gestión, ecosistemas, poda, tala, etc.. a prevención de riesgos, física, materiales, rescate, primeros auxilios, legislación, maquinaria, cortes y cuñas, etc....
Para formarse en nuestro país, en este momento tenemos algunas instituciones privadas donde podemos acogernos, además de algunas asociaciones de ámbito nacional que organizan cursos y actividades.
Aunque a nivel institucional no estamos reconocidos, ni en la formación ni en el convenio, ¡Esperamos entre todos poder mejorar esta situación!
La posibilidad de moverse con toda seguridad y tranquilidad por la copa de un enorme árbol, descubriendo todos sus rincones, jugando a desplazarse por sus ramas, volando por su interior, es una sensación impresionante.
Es como un juego íntimo, intransferible, personal entre el trepador y el árbol
2 comentaris:
Brillantes reflexiones!
Me encantó el artículo, le pido permiso para compartirlo
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